Medianoche en Paris

París es linda con sol, nublada… con lluvia se vuelve melancólica pero hermosa y cuando pasa,  todo se seca, sigue ahí: bella como siempre.  Esta no es sólo una película más de Woody Allen, sino que muestra este increíble amor por la ciudad francesa, dándole los primeros minutos de su cinta para mostrarla como se debe. Un desplazamiento lento, suave… casi como una caricia.

Gil (Owen Wilson) se ve inmerso en la ciudad donde grandes artistas lo pudieron todo, pasa por donde Monet hizo sus obras, respirar profundo, respirar ese arte y de repente decir muy convencido “me quiero quedar a vivir acá” ¿Por qué? Él es un guionista exitoso en Hollywood, tiene una casa grande, con pileta y amplios cuartos… pero esa sencillez, ese “je no se qua” lo puede más que todo.

No está solo, viene acompañado de Inés (Rachel McAdams), una pomposa niña mimada, insoportable, que entiende muy poco y repite, como un loro, que está saliendo con el máximo guionista del momento y obviamente que le pagan fortunas, con eso a ella le basta y le sobra.

Por las calles parisinas, uno sueña despierto. Falta poco para que Gil se case y se vuelva un pobre esclavo sin sentimientos. Antes de eso tiene que terminar su novela de 400 páginas, sobre un hombre que trabaja en una tienda de recuerdos. Caerá en un ensueño magnifico, los años 20s lo esperan con los brazos abiertos: Hemingway,  Fitzgerald, Dalí, Buñuel y Man Ray van a ser uno de las tantas personas que lo escuchen.

Todo puede pasar en las laberínticas calles de Paris, más después de que suenen las campanas…

A este encantamiento que vamos a mirar, quizás está vinculada a por ejemplo “La  rosa purpura del Cairo”, con ese encantamiento de lo que paso, de pensar que si hubiéramos vivido en otra época hubiera sido maravilloso, ese inconformismo romántico.

No olvidemos, otra gran protagonista: Adriana (Marion Cotillard) que es una sensual pero un tanto naif musa de todos los reyes de ese momento. Ella ama a un solo hombre, que con un par de renglones de una novela inconclusa la hace soñar despierta y sonreír.

De nuevo miremos a ese Allen, que quizás en un momento perdimos, pero volvemos a encontrar. 



Calificación: ATP
Duración: 100 minutos
Año de Producción: 2011
Origen: USAEspaña, Francia
Formato: 35 mm , color

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